La Ciudad del Sol

abril 18, 2010

Una promesa urbana se encuentra apostillada desde hace décadas en el desierto de Nuevo México, a tan solo 37 millas de la frontera con México y 8, 373 millas de la ciudad de Sydney en Australia. Se fundó en los 157 acres del rancho que heredó Wayne Taylor de su padre, en el condado de Luna que esta adjunto a Colombus, el mítico pueblo invadido por Pancho Villa.

Hay tres versiones sobre su origen, la primera -que me compartió un residente- dice que se fundó a mediados de los 40’s como una comunidad cristiana que pretendía sobrevivir al apocalipsis; la segunda versión dice que se creó originalmente como una comunidad metafísica para servir a los intereses de seres espirituales conocidos como los «Maestros del espacio», que son fuertes creyentes en la mitología de los OVNIS y ahora se consideran una comunidad alternativa.

La tercera versión, la menos rara y la más difundida por internet, dice que nació en 1972 con el objetivo de vivir y trabajar en mutua cooperación, respetando la unidad en nuestra diversidad. «Tenemos Sufis, Paganos, Cristianos, Nativos Americanos…y debido a la falta de empleos en el área, los residentes deben de ser auto-suficientes o muy creativos».

Arcos y bardas hechos con botellas, camiones escolares abandonados con apéndices expansivos utilizados como viviendas, una camioneta cubierta toda de barro, muros de cajas de plástico, etc. Este pequeño fraccionamiento esta construido en su mayoría con materiales de reciclaje: llantas, botellas, latas, cajuelas de automóviles, papel reciclado, adobe y fibras naturales como pegamento.

Esto es lo más parecido que he visto a los escenarios retratados en la tercera película de Mad Max. Algunas construcciones van por debajo de la tierra, otras se levantan al cielo como plegaria a Dios. Uno de sus constructores dice que esta es su manera de decir «Gracias señor Jesús», y que por la misma razón apila piedras constantemente en el desierto. Personajes raros sin duda habitan ahí.

Los nombres de las calles son también peculiares: la calle Lois Lane (sí, la chica de Superman) o la Road Less Traveled (la carretera menos viajada). En Google map aparece su ubicación bajo el nombre de «City of the Sun Foundation», pero sorprendentemente no se ve ninguna imagen de las construcciones.

Una de los coches aparcados dentro de esta utópica civilización tiene una estampa que dice: «I think, therefore, I am dangerous». Yo digo que es sorprendente lo que uno se encuentra hoy en día en la frontera, pero nunca sorprende que lo inteligente se considere peligroso. Y desde esa zona, donde la astucia y la inteligencia suenan y son peligrosas, yo le pido a los maestros del espacio me concedan la bendición de ser peligroso.

Amén.


Malentendidos

abril 5, 2010

No soy nacionalista, no más quiero un chingo a mi país.
No soy egocentrista, no más me quiero y bien, sin tapujos.
No soy celoso, solo soy territorial.
No soy arrogante, solo peco de exceso de seguridad.
No soy chismoso, soy curioso, comunicativo y creo en el libre flujo de la información.
No soy adicto al trabajo, solo malinterpretan mis pasiones.
No soy hedonista, soy eudemonísta, que aunque suena igual no es lo mismo. Una opción es más sabrosa, la otra simplemente ES.
No soy religioso pero si un pastiche post-católico que cree en la buena onda universal y en algo abstracto que nos rebasa y llamamos Dios.
No soy naïf, soy sateluco-moreliano.
No soy cínico, soy directo.
No soy malo, no mas medio cabrón.
No soy gandaya, ni ojete, punto.
No soy egoísta, solo comparto de manera monocanal.
No soy bipolar, solo soy géminis.
No soy alcohólico, no mas un bebedor social…muy social.
Y no me hago güey, no mas tantito y no más a veces.

Anoche fuimos a la Casa Calavera y mientras bailaba con mi chica un reggaeton húngaro de super lujo, pensaba en lo bonito y generosos que son los malentendidos: nos dan la libertad de poder hacer cosas más allá de lo esperado, de lo predecible.

Jean-Paul Sartre decía: «Nadie es como otro. Ni mejor ni peor. Es otro. Y si dos están de acuerdo, es por un malentendido». Yo digo que vale la pena empezar a malentendernos, no con el otro, con nosotros mismos, es sano y liberador.

Amén.