Animasivo

marzo 21, 2010

Es el tercer año que presentamos este proyecto, es el Foro de Animación Contemporánea del Festival de México (el más importante de este país según yo).
Es el principal espacio de creación, promoción y difusión de animación en el país y probablemente el tercero más grande de América Latina.
Es un proyecto que inventé porque me lo pidió mi amigo José Wolffer.
Es donde mi chihuahueño Chamaco luce como logotipo y cuya animación que abre siempre las proyecciones y el DVD recicla mis trazos.
En esta edición presentamos un banquete con las mejores animaciones de los mejores festivales del mundo, 123 excelentes piezas finas hechas cuadro por cuadro, cocinadas en los mejores espacios: El Festival Internacional de Animación de Londres, en el Reino Unido, el Festival Annecy de Francia, Animamundi de Brasil, Anima de Argentina, Ars Electronica de Austria, el Festival Internacional Trickfilm de Stuttgart, en Alemania, y el Festival Internacional de Animación de Ottawa de Canadá.
Es un espacio que nos inyecta nuevas ideas visuales y sonoro, un respiro en las cartelera comerciales, un pequeño oasis
Es el proyecto más joven y pequeño del fmx pero quizás el más enjundioso (hasta donde se somos los únicos que reciben a los invitados en sus casas).
Es el proyecto más grande que he hecho de gestión, es uno de mis hijos favoritos.

Matt Groening, creador de la serie televisiva animada más popular, famosa y cara de todos los tiempos, dijo alguna vez: «Las cosas que me gustaba hacer de niño, esas que no eran consideradas serias, sino bobas y raras. Las sigo haciendo en edad adulta».

Yo digo que en esta vida hay que estar animado, de preferencia desde muy temprana edad, y buscar contagiarlo de manera masiva.

Amén.


Destino

marzo 7, 2010

De regreso en la preciosa ciudad de México. Por fin en casa. Nos reciben sus majestuosos volcanes nevados y un maravilloso amanecer, con rojos preciosos, chillantes, de esos que solo con el exceso de dióxido de carbono se pueden alcanzar. Como los colores de los animales venenosos, divinamente letales. Cabe mencionar que hoy día prefiero los imecas a las réplicas, ambas cosas pueden ser mortales, pero al menos unas  pueden propiciar un momento de gozó estético y su factura es a largo plazo.

Al viajar mucho uno se expone a todo tipo de situaciones, esta ha sido una experiencia más, nueva para el repertorio, mi profesión esta vinculada a viajar y mi vida a unas ganas de vivirla de principio a fin y con todo. Asumo ambos costos y sonrío.

Juana De Arco decía: «No tengo miedo, he nacido para hacer esto», y Jenna Jameson, una de las actrices porno más famosas del gabacho, tiene tatuados los omoplatos con dicha frase. Yo digo que tampoco tengo miedo, que también seguramente he nacido para esto que he escogido. Y me voy a tocar a la boda de Ximena y Hector, ellos tampoco tienen miedo, y seguramente también nacieron para esto que están escogiendo.

Amén

pd. Por cierto, fui el único pasajero en aplaudir al aterrizar.


Mi torre de Babel

marzo 4, 2010

Todos aplauden cada que despega un avión.

Al costado del inservible aeropuerto de Santiago estamos cientos de extranjeros, todos queriendo salir. Hay carpas enormes y muchas dudas. Hay dudas enormes y mucha gente. Hay miedo, euforia, indiferencia, gritos, sonrisas, mucho caos, pero esos si, muchas ganas de regresar a casa.

Antier esperé mi vuelo de regreso durante cinco horas, nunca llego, mejor dicho: nunca salió de la Ciudad de México rumbo al sur. Si al caos post-sísmico chileno le sumamos una huelga del personal de Aeroméxico, la mezcla da como resultado un precioso absurdo nada operativo ni funcional, de esos que te hacen dudar entre reír o llorar.

Ayer regresé del aeropuerto a Santiago, descansé y por la mañana contacté a la Aerolínea y a la Embajada de México en Chile, ambos me confirmaron mi lugar en el primer vuelo que después del temblor iría a México. Salí con demasiadas horas de antelación al aeropuerto, y con la pila del ordenador llena, como siempre para ganar tiempo trabajando mientras espero.

Me instalé en un buen lugar donde se veían todas las operaciones, saqué mi compu y me puse a ver los videos de una curaduría que tengo que entregar. Entro una llamada al celular, era una chica de la Embajada, me preguntó si me quería regresar con el ejército en el avión de las 11 pm, consciente de no sumar las millas del regreso Santiago-DF, sabiendo que probablemente no habría tintos ni cena en ese tipo de aviones catafixié la comodidad por una vivencia que sonaba única. Lo hice porque sonaba más exótico, pero también más seguro, ayer ya había esperado horas por un avión inexistente.

Corrí hasta un taxi que había dejado recién a otros pasajeros, me lancé a la base militar que esta lejos del primer aeropuerto-portátil, llegué y me encontré con más mexicanos, éramos más de 100. Aviones militares de otros países trayendo especialistas a ayudar y llevándose compatriotas varados de vuelta a casa. Este es el lugar, pensé.

Horas más tarde llegó el Embajador Mexicano a darnos la noticia de que en el avión que venía solo cabían 18 pasajeros, que teníamos que rifar los lugares: Por estaturas -sugerí, de grandes a chicos -acoté. Caso omiso por supuesto. Posteriormente me enteré de que les habían avisado que había 100 lugares, pero resulta que nadie les dijo que solo había 18 mascarillas de oxígeno. Típico error de comunicación mexica, o clásico error de ahorro en el presupuesto: «Cómprese mi General el avión con 100 plazas, los tenemos en verde oliva o negro, pero no le ponga mascarillas a todos los lugares, pa’que, nunca los va a ocupar». Por segunda ocasión no supe si llorar o reír. Había dejado ir mi vuelo por una apuesta que, siendo optimistas, lo único que hacía era seguir dejando a la anécdota crecer.

Pedro Orduño, músico michoacano, de tierra caliente para ser específico, dice en una de sus canciones: «Por Huetamo doy un peso, por Siranda un tostón, por Santiago una peseta y por Cusiano un tumbagón. Por mi trigueñita hermosa la vida y el corazón». Yo digo que ya quiero ver a mi mujer, a mi familia, al Chamacón, a mis compas, a todo eso que se vincula con un pedazo de tierra que llamamos país.

Hoy estoy anotado en el mismo vuelo con el mismo horario, confirmado por Aeroméxico a las 3 de la mañana y re-confirmado por la Embajada a las 10 am. Espero salir, tenemos la boda del Falcón y la Urrutía, MI REYNA toca ahí, Animasivo esta ya encima y hay que llegar a hacer y deshacer. Espero poder sentir los mismos sentimientos encontrados, sin saber si llorar o reir, pero del gusto de ver a México por la ventana. Seguro aplaudiremos todos en el aterrizaje.

Amén.


Pequeños temblores

marzo 4, 2010

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Me desperté de golpe pero a regañadientes, como si tuviera un mal sueño. El ruido era muy raro, demasiado fuerte, seco y repetitivo. En esos primeros segundos donde trataba de acostumbrar a mis ojos a la luz me di cuanta que todo se movía, no era solo ese ruido escalofriante, era la sacudida de la cama, era el meneo de la lámpara y las cortinas, era toda esa coreografía de objetos inanimados la que me empezó a dar miedo.

De un salto llegué a la ventana, abrí las cortinas y vi a los vecinos salir gritando, como era sábado por la noche me parecía que era más euforia etílica que pánico, pero vi que todo se movía en la calle, los postes, las luces, y los cables. El piso del hotel se sacudía cada vez más fuerte. He vivido varios temblores en México, pero definitivamente no es lo mismo vivirlos breves y en una casa de concreto, que con una mayor duración, en una construcción de madera, de tres pisos, instalado en la pendiente de un cerro.

Lo primero que me vino a la mente fueron las imágenes de Haití, pensé que si a ellos se los había cargado la chingada, nosotros estábamos a punto de seguir su ejemplo. Abrí la ventana en calzoncillos, me dije a mi mismo: «Si esto se cae, yo brinco». Prefiero romperme las piernas a que me caigan toneladas encima. A la chingada el «triángulo de la vida» y el quedarse parado en el marco de una puerta, brincar hacía al vacío y con los brazos abiertos, mejor un último instante de adrenalina que horas de incertidumbre y obscuridad. Esos eran mis kamikazes pensamientos durante algunos de los 90 segundos que duró el temblor.

El tiempo con taquicardia se triplica y los pensamientos con adrenalina se dejan acarrear por el instinto. En cuanto atenuó el ruido y la zangoloteada, me puse mis pantalones, y descalzo salí corriendo del cuarto. En el pasillo todavía caían platos, cuadros y pedazos de la cubierta de la pared. Hasta la salida sin parar, pensaba. Llegué afuera y ya había dos amigos ahí, llegué temblando, seguramente pálido. Veíamos Valparaíso desde un acantilado, no sabíamos si era bruma, o polvo, el velo nocturno que se le veía a la ciudad. Se fue la luz pero la visibilidad era muy buena, teníamos casi una luna llena.

Alarmas de autos y pájaros ladrando se escuchaban de fondo.


Fuimos muy afortunados. Tanto que vivimos algo muy cabrón y lo platicamos como una anécdota, cientos de personas no.

A Valpo vine a presentar un proyecto dentro de una exhibición, vine junto con otros veintitantos artistas, el grupo incluía curadores, gente de producción y hasta  organizadores. La exposición se insertaba dentro del Congreso de la Lengua, es (¿o era?) tan ambiciosa que hasta el Rey de España supuestamente venía. Puedo decir que es una de las participaciones mejor preparadas y con mayor presupuesto de las que he podido formar parte. Yo estaba feliz con el ritmo de crecimiento que llevaba el proyecto, pero siempre hay imprevistos que afectan una pieza, enriquecen o perjudican el contexto en el que se desenvuelven, algunos son afortunados, otros como en este caso, son trágicos y re-acomodan de nuevo todas nuestras jerarquías. Así es esto, al tiro.

Al día siguiente del terremoto, nos encontramos todos bebiendo en la terraza, parece que las tragedias tienden a centrarte en una rica euforia que rebasa la razón, recordé la mítica historia del grupo de cuerdas del Titanic que siguió tocando durante su hundimiento. Lo repito, fuimos muy afortunados, y gracias a Dios, hasta ese momento donde pasábamos del shock al gozo, del trauma a la catarsis, del pisco sour al gin and tonic, lo seguíamos siendo.

Así vivimos en nuestra burbuja durante unos cuantos días, con todo y las replicas que nos ponían a correr de nuevo hacia la salida. Así hasta que montamos los que podíamos montar, presentamos los que pudimos presentar, y se fueron a casa los que se pudieron regresar. El cumplimiento de nuestras tareas, los recortes de luz y agua nos ayudaron a tomar decisiones rápidas y concisas.

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La Presidenta de Chile dijo hoy por la radio: «En lugar de ser una caja de resonancia (de toda la tragedia), hay que ejercer el liderazgo positivo (contagiar el optimismo)», después rompió en llanto, la inteligencia emocional de la mandataria me sorprendió. Es verdad que los chilenos son dulces. Yo digo: ¿Cuando tendremos a la primer presidenta en México? Me gusta ese toque femenino en el poder.

Dice la Embajada que hoy me regreso a México. Espero. Agradezco haber vivido aunque sea de lejecitos una experiencia tan fuerte, dimensionas muchas cosas. También agradezco seguir siendo tan afortunado, y ojalá la fortuna mejore para todos nuestros hermanos del sur de Chile.

Amén.