Ora que anda la familia deslumbrada con la personalidad de los nuevos críos, recordé una anécdota infantil que cuenta mi madre y que me ha ayudado a entender algunos reflejos de ese cobre que hasta la fecha saco. Dice ella que de niño me gustaba bajarme de las banquetas con el triciclo e insultar a cualquier coche que osara ponerse en mi camino. «Uchi-uchi, tu-tu» dice que decía. Nunca he entendido cual se supone que era la traducción, pero por el tono con el que lo cuenta supongo es un insulto duro y directo, un macizo reclamo a mi malentendido derecho a transitar libre por la ciudad.
Hace poco me hicieron una entrevista y me tomaron unas fotografías para promover un libro sobre el uso de la bicicleta en la Ciudad de México, la declaración que escogieron para la postal me recordó mucho la historia del insulto infantil: «Merezco tanto como tu coche», pero lo que más me gustó de la postal fue la imagen que le sugerí a la fotógrafa que hiciéramos: en sentido contrario, por el carril del metrobus y sin manos (eso si, con casco). Actitud pura y extrema, algo kamikaze, pero que me permite dimensional la ciudad (y porque no: la vida) de otra manera. Como decía Ernest Hemingway: «Yendo en bicicleta es como mejor se conocen los contornos de un país, pues uno suda ascendiendo a los montes y se desliza en las bajadas”.
Los que andamos en bici en el D. F. no dudamos en afirmar que es un deporte extremo, pero aun así, arriesgando la carrocería, vale la pena ejercer nuestro derecho a pedalear, y exigir y presionar para que nuestras autoridades nos ayuden a retomar la ciudad: el ciclotrón, las ecobicis y el nuevo carril de Reforma es un excelente ejemplo de como si se puede dar dicho cambio.
Para una persona como yo, que padece un claro problema con la figura de autoridad, la bicicleta es genial. Te puedes pasar los altos y el tráfico por el arco del triunfo. Desventajas tiene, pero solo algunas algunas y de vez en cuando: una costilla rota, llegar sudado a la junta o jalar más IMECAS que los necesarios al producirlos desde la comodidad del automóvil.
Bill Nye, científico y productor de televisión, decía que «el ciclismo es un importante elemento del futuro. Algo no marcha bien en una sociedad que va en coche al gimnasio”. Yo digo que vale la pena ser congruente con las posturas ecológicas que aclaman a gritos las megaurbes, y ejercer el sano acto de pedalear, como un derecho irrefutable a la salud, al traslado y el paseo, y de paso a la construcción de un mejor futuro para todos nosotros.
Amén.